Tal como ella lo planteaba, iba a ser un minuto feliz y condenado. Y ese recuerdo, ese algo a qué asirme, tal vez amargara para siempre todas mis noches, todos mis insomnios. (...) Por algo vacilamos. Tal vez sea porque no nos resignamos al minuto único y feliz. Preferimos perderlo, dejarlo transcurrir sin hacer siquiera el razonable ademán de asirlo. Preferimos perderlo todo, antes de admitir que se trata de la única posibilidad y que esa posibilidad es un solo minuto y no una larga, impecable existencia.
... reflexiona Ramón Budiño.
que lindo !
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